Las imágenes de su salón de clases ya dieron la vuelta.
En Tupiza, Bolivia, una educadora mostró que cuando uno tiene verdadera vocación no hay nada que sea demasiado por hacer.
Así, la profesora Aida Luz Careaga gastó de su salario para adaptar su salón de clases en uno que fuera seguro para sus alumnos y así pudieran regresar a sus clases presenciales.
«Cuando uno ama su profesión puede hacer miles de cosas. No me interesa cuánto haya gastado, sino que mis niños puedan aprender», reveló en una entrevista la profesora de Bolivia, Aida Careaga, encargada de la materia valores, espiritualidad y religiones, quien hizo unos cubículos de madera y plástico para los pupitres de sus alumnos.